martes, 2 de octubre de 2012

Lejos de mi.

Algo empieza en el instante en el que empiezas a ver la vida de otro modo, cuando fijas tu mirada en cosas que antes te parecían insignificantes; sonríes de manera distinta e incluso tus expresiones cambian. Pero la acción de empezar es muy sencilla, las cosas se dificultan cuando tienes que terminar con estos cambios porque sabes que no van a ningún lugar, a un callejón sin salida. ¿Qué hacer en esos momentos?
Quiere que pasen cosas, que empiece un beso sin final, un abrazo eterno y un contacto que queme como el fuego. Podrían pasar tantas cosas entre ellos, pero aquí interviene la impotencia del no poder, hay algo superior que impide todo esto. Una fuerza que nadie puede luchar contra ella, un sentimiento de no poder cambiar nada de lo que les rodea. Aun así siguen adelante, no se plantean los inconvenientes y lo mucho que puede lastimar lo que se les puede caer encima. Piensan que sus miradas y sus complicidades están por encima de eso, error. La realidad no es tan sencilla y tan buena, es dura y al igual que su contacto, quema con el fuego. Demasiado tiempo para volver a verse y besarse. Meses y meses de historias y de situaciones dispuestas a romper con ellos, de rasgarles en dos y de romperlos para siempre.

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