viernes, 5 de octubre de 2012

La vida, tan sencilla y retorcida.

Sueños, esperanzas, suspiros, sensaciones sin ningún tipo de coherencia, besos sin limite, abrazos desenfrenados y a la vez tranquilos, cielos que creas con tus propias manos, sonrisas sinceras, miradas odiosas que crean la sensación más morbosa de la historia, carmín en una copa de vino que se vacía con cada ilusión y besos otra vez, lentos, rápidos, sensuales, tristes pero todos increíbles. Caricias de amor, de un no quiero volver a verte y a la vez de un hazme tuya hasta el fin de tus días. Días tristes, días únicos y días envueltos de recuerdos. Odiosa y estúpida realidad, distancia, dos cuerpos en solo uno, ojos negros, piel tenue, suave. Lento, rápido y un sinfín que quieres que dure para siempre, esperas que duran toda una vida y otros encuentros que lo único que esperas es que salga el sol. La luna, blanca pero siempre ahí dispuesta a iluminar la oscuridad. Cómplices y enemigos, amigos que se desean cada segundo que pasa de esa falsa y estúpida amistad. Palabras que te roban el habla y palabras que duelen. Situaciones que te arruinan la existencia, que te devuelven la ilusión o que te la quitan. La vida, es eso, es sencilla y retorcida a la vez.

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