lunes, 10 de octubre de 2011

La travesía del verano.

Llego tarde, son menos cuarto y entro a en punto. Salto de la cama, sin tener en cuenta esos diez minutos que me quedo en ella posponiendo el reloj. Me visto rapido y mientras pienso lo lista que fui ayer por dejarme preparada la ropa, corro hacia la cocina y con la cara aún de dormida le doy a la cafetera. Mientras me pongo un poco de color en las mejillas, me tomo rápido café que hace de antídoto en aquel momento, me lavo los dientes, me pongo la gabardina y salgo. Increible, llego puntual.
Respiro hondo y me relajo, me fijo en la gente que va con prisas, que no paran por miedo a darse cuenta de la realidad, corren y corren porque lo único que quieren, como yo, que pase ese lunes amargo de otoño y así que pasen los días hasta verano. Para que la luz del día te despierte, para que el despertador se ahorre sonar o para que la risa de aquellas personas especiales sea el antídoto para despertarte por las mañanas.

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